domingo, 15 de marzo de 2020

Mi historia


Lo que leerán a continuación tiene que ver con mi historia y lo que me lleva hoy a querer desarrollar las propuestas que más adelante leerán y que son el resultado de lo vivido en “carne propia” o bien por haber tomado conocimiento a la hora de investigar en el campo de mi interés que es la protección de los niños, niñas y adolescentes.-
En el año 2002, con una valija llena de sueños, ganas y tenacidad, ingresé a la facultad para poder entrenarme, tener el tan ansiado título y su consecuente matrícula para poder comenzar a ejercer la profesión de abogada en pos de los derechos de uno de los sectores más vulnerables de la comunidad en la que vivimos y en el mundo entero “el campo infanto-juvenil”.
Al principio todo parecía grandioso hasta que empecé a tocar puertas y me encontré con aquellos que me dijeron: gracias por tu tiempo, te tendremos en cuenta; otros: tenes que anotarte en un concurso cuando se abran vacantes; por otro lado aquellos que quieren que “ya tengas experiencia” y otros que pese a todo lo anterior te dicen “si no tenes contactos o palanca no entras”, lo cual terminan echando por tierra todo lo mencionado anteriormente, sin olvidar a quienes me han dicho “estas sobrecalificada para el puesto” pero como estaba estudiando no tenía muchas opciones.
Fui transitando mi vida estudiando como pude, en los tiempos que tuve y trabajando de lo que sea (recepcionista – asistente – operadora de call center – empleos en oficinas públicas y privadas) y siempre en ese camino en el que no pierdo el eje de lo que me apasiona pero que esta pendiente de poder concretarlo porque ese llamado tan esperado luego de tocar puertas, sigue dando vueltas.
Mientras tanto seguí mi camino, me casé, soy mamá de tres hijos y aquí continúo persiguiendo mi objetivo profesional.
Sucede que cuando al no tener contactos y siendo madre, muchas son las trabas que aparecen, porque hay una “falsa creencia” que tenes tu tiempo enfocado 1000 x 1000 a tu familia y entonces si no sos funcional a un mercado que pretende de vos una persona a cual escritorio atornillado al piso donde debes permanecer en una jornada completa de 9 a 19 hs o de 8 a 17 hs o de 9 a 18 hs o 4 hs diarias, NO SERVIS.
Entonces ocurre que estando empleada, me convertí en mamá y entré en una “zona gris” donde empezó a crecer mi panza, hasta que no daba más, entré en licencia y pesé a haber dado el TODO DE MI PARTE AUN EN ESTADO DE GRAVIDEZ, dejé de ser útil. Lo que ocurre es que luego nacieron mis hijos, y la ley me dio tres meses, los cuales algunos días fueron utilizados en la previa a ser mamá (ni hablar si te toca reposo y tomaste más tiempo), y me doy cuenta que la  o las personas que traje al mundo son tan pequeñas e indefensas que entiendo lo absurdo de la ley, primero porque 12 semanas de vida son muy pocas como para pretender volver a ese esquema de horas desmedido de trabajo y por otro lado porque de que me sirve tomarme la excedencia y que mantenga el puesto sin trabajar si lo que preciso es tener ingresos para que a la vida o vidas que traje al mundo nada les falte (Salud, alimento, atención, vestimenta, etc.-). Y entonces decido no tomar esa excedencia y volver a mi puesto pero al llegar me dijeron “buenas noches” y ahí nomás quedé “afuera de la red otra vez”.
Y resulta que previo a ello, nos ocupamos de tener a nuestros hijos ubicados en establecimientos educativos o guarderías maternales, lo cual debimos pagar matrícula y primeras cuotas por las adaptaciones previas para después tener que sacarlos por no poder pagar.
Tenemos leyes de épocas antiguas donde el hombre salía a trabajar y la mujer criaba a sus hijos entonces hoy siguen existiendo solo 3 días por nacimiento para el progenitor. Una locura “3 días” con lo que implica la logística de crianza no alcanzan para nada porque hay horarios desordenados de sueño, de controles médicos, de alimentación y atención a esas bellezas que traemos al mundo, bebés indefensos.

Todo lo que conté tiene que ver con lo vivido durante el tiempo en que perseguía la estabilidad laboral en un mercado competitivo, mientras estudiaba y luego formando familia, pero como he tenido la fortuna de asistir a la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Derecho) para obtener un título profesional que me diera herramientas de trabajo en forma independiente, sumado a la experiencia profesional adquirida y que sigue creciendo, pude ubicarme en otra posición y dar asistencia profesional en el mundo de la legalidad con sus diversas aristas y enfrentando la cotidianeidad de la compleja vida en sociedad que lleva a cada uno de nosotros a atravesar situaciones que a veces son provocadas por el hombre y a veces simplemente suceden.

Hoy puedo desde mi espacio presentarme y decir: Hola, soy  Griselda Scelato, Abogada, "tu puente hacia el derecho".

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HERMOSO MOMENTO VIVIDO CON FAMILIA Y AMIGOS. GRACIAS POR SER PARTE DE ESTA MARAVILLOSA EXPERIENCIA